El refranero popular suele acertar en todos sus ejemplos. Uno de los más reales cuando nos referimos al cuidado del coche es el famoso “lo barato sale caro”: es cien por cien real.
En muchas ocasiones podemos advertir que el coche que conducimos habitualmente no está respondiendo de forma óptima, como viene siendo habitual. Ante esto hay dos formas de gestionar el problema: están las personas que acuden pronto a su mecánico habitual para hacer una revisión de mantenimiento y los que lo dejan pasar porque piensan que no será grave y no conviene gastarse un dinero extra sin necesidad.
Aunque en un primer momento pueda parecer que las personas del segundo grupo gastan menos en su coche esta es una idea completamente equivocada: no solo acabarán teniendo que solucionar la avería sino que probablemente esta se agrave y lo que podía haber sido un asunto leve se convierta en una gran avería.
Las peores averías para aquellos que no mantienen su coche en perfecto estado
Son muchas y muy graves las averías que se pueden dar en este tipo de casos. Algunas pueden llegar a traducirse en un desembolso de varios cientos de euros. Si es así, ¿para qué esperar?
Un coche con un fallo grave en el motor, por ejemplo, puede convertirse en una auténtica chatarra si el problema no es detectado y reparado a tiempo. Esto, a la larga, es un ahorro tanto de dinero como de tiempo. Ocurre igual cuando se presentan problemas de tipo electrónico o en cuanto a la parte mecánica de los bastidores, etc.
Averías como las que se producen en la caja de cambios o en la culata pueden alcanzar facturas de hasta los 4000, que se podría evitar pagar si se acude al taller de mantenimiento habitual en cuanto se observa que algo no anda bien.
